
Fernanda Martínez es arquitecta y magister en Intervención del Patrimonio Arquitectónico. Además, desde hace dos años trabaja en la Unidad de Declaratorias del Consejo de Monumentos Nacionales.
Su vínculo con San Bernardo es estrecho. Si bien es oriunda de San Joaquín, ha estado fuertemente ligada al estudio del patrimonio ferroviario de nuestra ciudad.
En la Universidad de Chile realizó su seminario de investigación en torno a los barrios obreros maestrancinos de San Bernardo y luego su memoria para optar al título de arquitecta versó sobre el Gimnasio Ferroviario.
Luego, ya recibida como arquitecta, entró a trabajar al Consejo de Monumentos Nacionales y desde esa entidad vio cómo parte de sus estudios universitarios sirvieron para declarar Zona Típica a la Población Obrero Ferroviaria. Y en junio pasado llegó a su despacho la solicitud de declaratoria del Gimnasio Ferroviario como Monumento Nacional que realizó la Municipalidad de San Bernardo.
―¿El Gimnasio Ferroviario tiene méritos patrimoniales para ser considerado monumento nacional?
“Todo lo que sea visibilizado por una comunidad ya es patrimonio y es postulable. En el caso específico del Gimnasio Ferroviario, no sólo tiene un valor social al ser parte de la identidad de San Bernardo. Sus méritos patrimoniales también son su valor histórico, arquitectónico y urbano. El gimnasio como edificio tiene una singularidad en contexto local, en San Bernardo. Ahora, el gimnasio no sólo puede ser declarado monumento por el Consejo de Monumentos Nacionales. También puede ser considerado un inmueble de conservación histórica a nivel local y para eso, para tener esa protección patrimonial, esa ordenanza debe entrar en el Plan Regulador local, en este caso, de San Bernardo”.
―Fernanda, en tu memoria planteas que el Gimnasio Ferroviario, aparte de su valor patrimonial intangible tiene un valor tangible como edificio “asociado a sus ornamentos, a su fachada racionalista y a detalles en metal como representación de una época industrial, con formas simples y esbeltas”. ¿Podrías detallar esas singularidades?
“Claro. Lo que pasa es que su valor social es lo más notorio porque forma parte del legado ferroviario, pero hay otros aspectos que no evidenciamos tanto. El edificio es un hito en San Bernardo, sobresale en altura. Hoy tampoco hay una arquitectura similar en esta ciudad. El edificio tiene componentes formales del movimiento arquitectónico moderno , es un recinto con una arquitectura racionalista, trabaja con la monumentalidad. Y no hay tantos edificios del movimiento moderno en San Bernardo. El Mercado es otro ejemplo de arquitectura moderna, es decir, una arquitectura que se desapega del ornamento y que destaca en el uso del hormigón armado sin revestir. Además, hay una planimetría, una forma de concebir los espacios, distinta para la época de años 50 y 60. Y la fachada tiene elementos verticales propios de esta arquitectura también, de gran tamaño y sección, a lo que se suma en su interior mucho elemento metálico, en ventanas y escaleras, que rememoran a una época industrial. Para ejemplificar, a nivel nacional, otras edificaciones modernas son varias de las del centro de Chillán, como su catedral, por ejemplo”.
―¿Qué es lo que más rescatas del valor histórico del Gimnasio Ferroviario?
“Me ha tocado estudiar los primeros barrios obreros maestrancinos, como la Población Obrero Ferroviaria, la Población Balmaceda, La Lata, El Andén, que son parte del tejido social de la Maestranza. Y en esta Maestranza, un equipamiento industrial ferroviario de 50 hectáreas, se realizaban talleres deportivos, culturales, folklóricos, pero llegó un momento en que no dio abasto. Y ahí surge el Gimnasio Ferroviario, que se levanta gracias a los ahorros de los propios trabajadores en el centro de San Bernardo. Entonces, lo bonito de la historia de este gimnasio es que si bien su origen es netamente ferroviario, maestrancino, luego excede al mundo ferroviario y se convierte en un recinto de todos los sanbernardinos. Y en un ícono que da identidad a la ciudad, lo mismo que el estadio que después pasó a ser Estadio Vulco”.
―¿Cuánto demora un proceso de declaratoria como monumento nacional?
“Primero se abre un expediente donde se reúnen antecedentes históricos, urbanos, sociales y arquitectónicos, los cuales son recopilados con el solicitante e interesados. Una vez obtenido material suficiente, se inician las gestiones internas para su posterior presentación ante plenario. La duración de este proceso es muy relativa. Puede ser desde un año o más”.
―Por la profesión y la especialidad que abrazaste, te has convertido en experta del patrimonio ferroviario sanbernardino. ¿Por qué te intereso la dedicarte a la arquitectura patrimonial?
“La arquitectura es súper amplia, pero a mí me interesó el análisis histórico y patrimonial porque eso pone en valor lo que hicieron otros y creo que es una pega muy bonita y muy generosa a la vez, basada en rescatar el legado y memoria de otros. Además, me encanta la carrera pública, estudié en colegio público, en una universidad pública, entonces, esto también lo siento como devolver la mano. Y qué mejor que desde una unidad donde puedes influir en procesos que benefician a las comunidades, a personas comunes y corrientes que luchan por poner en valor su patrimonio”.